Para que sepan todos el maderal que era

Alguien dirá por allí
que no fui nadie
que fui un simple helecho
copado de vacíos
pero no saben ellos del maderal que era,
pues ni siquiera fueron
insectos en mis copas.

No fueron ni bacterias ni hongos en mi alero.
Yo regulaba el clima y moderaba al viento
y protegía el suelo
de cárcavas y zanjas.
Mis jacintos crecieron para el amor del bosque
con sus colores propios
buscando el infinito.

Y fui madera buena
pues influí en la lluvia
precipitando su agua.
Por eso los que dicen que fui un simple árbol
desconocen que amando
fertilicé los sueños del gladiolo
y fui muy generoso con el trigal y el cactus
porque a los dos sin tregua
les daba mis amores.
Cuando alumbraba el alba
yo sedentaba el aire
y lanzaba a los campos
mi ánimo de puma
(y el hombre se sentía ante mí soberano
ignorando obstinado
su muda dependencia).

Yo era un leño raro, según los tulipanes
porque me homenajeaban por las noches
las ranas
y al salir las auroras
me abrazaban los mirlos.

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Carlos Garrido Chalén

Carlos Garrido Chalén

Datos del autor

Carlos Garrido Chalén (Tumbes, Perú, 1951). Poeta, abogado y periodista. Premio Nacional de Poesía. Presidente de la Unión Hispanoamericana de Escritores, Embajador Universal de la Paz en el Perú del Cìrculo de Embajadores de la Paz de Ginebra, Suiza; Past Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Tumbes. Tiene publicados, entre otros: Itinerario del Amor en Vallejo (ensayo, 1991); y, de poesía, El sol nunca se pone en mis dominios (1993); Confesiones de un árbol (1997); Memorias de un Ángel (2003). Ha obtenido diferentes premios y distinciones nacionales e internacionales y postulado al Premio Cervantes 2008.